miércoles, 11 de abril de 2012

Dos

Hoy ha sido un día más, un día menos. Un día normal, un día bueno; estudié lo que me propuse, hice deporte, fui a prácticas. Rutina.

Hoy es once de abril: un día más, un día menos. Desde hace dos años, una rutina nueva: echarte de menos a ti también.

Hoy reúno lo que te escribí en tardes tristes. Hoy te recuerdo un poco más.

Nati, te echo de menos.


Si hace un mes me hubiesen advertido que nunca más te vería me hubiese parado a mirarte mejor, a memorizar tu pelo, tus gestos, tus carcajadas. A grabar todo en mi cabeza. Ahí está todo ahora, en mi cabeza. Tal como tú lo fuiste guardando poco a poco durante estos 20 años. Con la risa de fondo, siempre todo con risas. Ahora no me río. Ahora ya, tampoco lloro. No merece la pena recordarte llorando, sólo quiero sonreír por tantos buenos recuerdos. Pero tengo miedo de olvidar. De olvidar tu voz, tus carcajadas enormes, tus expresiones, tus cosas. Y me da rabia no haber estado más atenta, no haber pensado que se hacía imprescindible exprimir más cada instante cuando aún estabas aquí.

Siempre me he arrepentido de haber dejado la música, pero aquel maldito lunes fue aún peor. Sólo pediste, más de una vez, dos canciones. Dos simples canciones. Y yo no te las pude tocar. Pero te juro y perjuro que camino del cementerio iban sonando en mi cabeza. Junto a risas ahogadas. Me reía porque decías que querías "Paquito el Chocolatero" en tu entierro porque nadie iba a ir llorando; así, por lo menos, bailarían. Qué malpensada...no sé cómo se te pasaba por la cabeza que los que nos hemos quedado aquí abajo no íbamos a extrañarte.

Pues voy a extrañarte, y mucho. Ya lo he hecho. Ya lo hago. Hace unos días llegué a ese lugar donde tantos fueron los domingos de cháchara, fuego y risas, y sabía que ya nunca más iba a encontrarte allí. Bajé del coche con la certeza de que ya nunca más ibas a estar allí, pero con alguna suerte de tonta esperanza de poder preguntarte qué tal te habían tratado en el hospital.

El hospital...la última vez que te ví. Postrada en la cama, como veo a tantos pacientes estos días...Me acuerdo de tí a cada instante: esa última visita que te hice, sin parar de hablarte, de contarte mi montón de tonterías. Fue tan corta...no pensaba que iba a ser la última vez que te veía. No quise mirar atrás, al día siguiente iba a visitarte de nuevo, pero no pudo ser...Recuerdo que nos dijiste lo guapos que nos habíamos puesto para la ordenación; tú también deberías haber estado allí, en lugar de luchando...Luchaste mucho, por eso duele aún más.

Has de saber que voy a recordarte cada día, como les recuerdo a ellos desde hace cinco y cuatro años. Voy a recordarte cada vez que prepare un mojito, y me lo beba a tu salud. Mi potingue de Bacardi te encantaba. Seguiré tus consejos: los serios y los que me diste medio en broma: "¡Fuma, y bebe, y hazte una perdía!". Tu particular carpe diem. Espero viajar algún día a donde a tí tanto te hubiera gustado ir, y allí te recordaré; supongo que con una sonrisa y los ojos vidriosos, aunque quién sabe qué hace el tiempo con los fantasmas.

Y, ¿sabes?, cuando los años me pesen y me dé una prórroga, como hiciste tú (no pedías tanto, ¡qué maldad no habértela concedido!), no te preocupes, me acordaré de tus cosas y te veré en "la más puta de la residencia". Y estoy segura de que me reiré sola un buen rato.

Echaré de menos salir en verano con el pelo a medio secar, y acercarme a donde estábais sentados, y que me preguntases "si venían ya mamá y papá". Te estoy echando tanto de menos...Si es que tenías toda la razón, tengo "el corazón muy blando". Me gustaría tanto poder contarte lo blando que sigue...todas las tonterías que me ocurren cada día, las risas que no se me acaban...Tenía mucho que contarte aún.

Lamentaré que no hayas conocido a tanta gente que tenía que presentarte; te hubieran encantado. Y contarte tantas historias...Creo que eras la persona que más ilusión tenía por ir a mi graduación, por conocer a mi novio (siempre me decíais que teníais que ser los primeros en darle el visto bueno), por ir a mi boda...Quién sabe si todo eso ocurrirá; lo único que sé es que si así es pensaré mucho en tí; habrías estado allí la primera, guapísima y con una sonrisa de oreja a oreja.

Echaré de menos que me agarres del brazo para ayudarte en alguna escalera; "a ver, ¡la impedida!", me llamabas. Que digas ese "¡Maaaadre mía!" tan tuyo cuando te desesperabas porque tenía el corazón en off, ya ni siquiera blando, sino desintegrado; como está ahora.

Echaré de menos ir a tu casa en cualquier momento y escandalizarte contándote historias de gente joven, y que me preguntes qué tal me lo pasé en el botellón. Siempre usabas esas palabras.

Echaré de menos que mi madre desaparezca a media tarde, y llamarla preocupada para ver dónde se ha metido, y escucharte de fondo porque estáis cotilleando en tu casa. Y que llames por teléfono y reconocerte enseguida porque siempre me decías aquello de "hermosa".

La música...la de veces que me recordabas aquella noche en que os empeñásteis en que os demostrase mis tristes dotes pianísticas nueveañiles, y cómo me enrabieté porque no me hacíais ni caso. Porque siempre estábais cotorreando; y ni te imaginas cuánto voy a echar de menos esas conversaciones infinitas, tus carcajadas. Y aquella vez en Úbeda, con la famosa canción de la naranja en la cabeza...creo que repetiste aquello al menos un millar de veces, y siempre te partías de risa aunque te lo sabías de memoria.

El que saludes a las niñas del pueblo en la plaza y les enseñes alguna palabrota mientras yo me enfado y me río al mismo tiempo. Los domingos en Pozoleña poniéndome pesada porque, "Natiiiiiiiiiiiiiii, ¿qué puedo ser de mayooooor?". La ilusión que te hacía que te curase...Médico de viejas, me decías. Y pensar que ya nunca podré curarte...Que no voy a poder contarte las chorradas que me ocurren, los médicos tan guapos que veo por el hospital.

Que me llames para pedirme que vaya a El Corte Inglés a por esa ropa carísima que tanto te gustaba; hay que ver lo pija y lo caprichosa que eras, y cómo me encantaba serlo contigo. Que me guardes los lazos de cuadritos que tanto me gustaban y que tú acumulabas.

Sabías que me encanta viajar, y escribir. Así que voy a echar de menos el que me pidas aquello de que te escriba "por lo menos cuatro o cinco folios cada día", y buscarte la postal más bonita, o la más hortera de todas; te encantaba la farándula, el "toni nai".

Voy a pasarlo mal el día de Navidad. Más que la comida, o los regalos, veinticinco de diciembre era el ir a tu casa por la tarde para felicitarte, y encontrarte siempre en el mismo rincón del sofá, preguntándome por todo y por nada. Qué mal que este último veinticinco yo estuviese tan tonta...

Echaré de menos el encontraros por la calle y que paréis con el todoterreno. Que me digas eso de: "¡Aaaaay, las de Emilio, qué tendrá Emilio!". Hablar de temas paranormales, y ver a cuál de las tres tontas se nos ponían los pelos más de punta. Saber que has llegado de las cañas a las seis de la tarde, siempre disfrutando hasta última hora. Que me preguntes por "las modernas" y por "Bertín", y por "tu chico"...Ellos también lo han sentido mucho, ¿sabes?

Y que me preguntes por "mamá", la forma en que más me gusta que me pregunten por ella. Nadie más lo hará.



Siete meses. Más de medio año. La verdad es que tengo que pararme a contarlos para hablar de cifras, pues yo sólo sé que te echo de menos. Da igual que pase un mes, que pasen veinte años. Yo te recuerdo un ratito cada día, y de vez en cuando escribo algunas líneas tontas como estas, sabiendo que no vas a leerlas, pero sintiendo con ello que te hago un pequeño y merecido “homenaje”.

Las calles, a tiempo esta vez, se han llenado de hojas vencidas que crujen bajo mis suelas; el frío, sin embargo, no parece tener mucha prisa. Llover…sí, llovió. Diluvió aquel día: esa tarde de angustiosa resaca el agua se llevó todas las lágrimas y caló hasta los huesos, grabando como si fuese un punzón la idea de que hay que hacerse a la idea de que esto no es mentira, que hay que asimilar que aquí…aquí ya no estás. Hoy hace siete meses que algún ente malvado, o Dios, o esta vida puñetera, o quién sabe quién, que escuchaba su voz al otro lado diciéndome algo que ya sabía…y eso que aquella mañana había estado comentando con gente que te quiere mucho, como yo, tu ralentizado progreso…Mínimo, pero progreso. Tenía dudas sobre cómo saldrías...pensaba que quizás ésta fuese mejor solución…pero, definitivamente, no la quería…No sé si es mejor echarte de menos, o que hubieses seguido aquí, pero diferente…

Nada es mejor.

Como siempre desde que existen estos siempres tan tristes, hoy, once, me he acordado de ti, como cada día. Y me he acordado de que ya no va a haber más tardes de castañas frente a la leña ardiendo en tu cortijo, y he odiado al otoño como nunca. Momento que guardo, momento que me duele por no poder compartirlo contigo: eras una confidente particular y un poco impuesta, pero tus opiniones eran geniales, e imprescindibles. Echo de menos tus “broncas”, tu cara de desesperación y ataque de risa simultáneamente cuando te contaba mis…¿problemas? No existen los problemas. Que ya no estés me ha enseñado a relativizar tanto... Me hubiese gustado contarte cuál fue su mensaje de cumpleaños: “si es que tienes el corazón muy blando”, hubieses dicho. Repetir por vez número mil lo bonita que es mi vieja bici, y lo rápido que me muevo con ella entre hospital y hospital. Contarte tonterías, las fiestas en la discoteca de moda, las broncas que nos echa “La Pura” por quedarnos siempre hasta que amanece, los cotilleos de la noche. Hace poco Emilio me regaló un montón de fotos que yo quería sacar para un álbum, y apareciste tú “conduciendo” mi coche: la miro y me duele que al final no pudieses conducir “un tonto”.

Te echo de menos.


Ya no se llora, o al menos no tanto. Será eso de que el tiempo cura, o que estás por ahí o por aquí cerca de mí, aunque no te vea. Nos repiten eso de que la vida enseña, que hay que aprender de los errores…y tú, no sé si porque los cometiste o porque eras más lista que yo, me repetías como un disco rayado que viviese la vida…y me doy cuenta de que no lo hago como debería…me lo apunto en la lista de cosas pendientes; tengo ya que espabilar, seguir tus consejos: "¡Fuma, bebe, y hazte una perdía!"...¡No tan literales!

...¿Ves? Al menos, desde la distancia incalculable que nos pone la muerte, sigues sacándome la sonrisa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario